Recientemente un accidente en carretera me hizo poner en perspectiva algunas cosas, especialmente sobre el valor que otorgamos a los elementos que forman parte de nuestro día a día y que, de repente, dejan de ser prioritarios.
¿Qué pasó?
Tras el accidente, mi automóvil fue declarado como pérdida total debido al costo de reparación. ¿Y ahora qué sigue? Las personas me decían que afortunadamente estaba bien. Pero, ¿qué significa estar bien? Mi cuerpo dolía y mantenerme en el día a día sin sentir algún dolor era un desafío. Las palabras de ánimo y apoyo llegaban, pero mi mente se empeñaba en repasar una y otra vez lo sucedido. ¿Acaso no presté la suficiente atención al conducir? ¿Y si fue mi culpa? Aunque no hubo daños a otras personas, solo materiales, mi auto y quizás la defensa del camión contra el que impacté. Perdí el control del auto en un instante, trataba de evitar chocar con otros autos o caer en el vado de la carretera y pronto, el auto comenzó a girar. Un momento de mucha tensión, y en medio del caos, pensé en soltar el control, pero algo me hizo aferrarme. Quizás fue el pensamiento de que el sufrimiento de quedar herida sería peor que la muerte, o pensar en mis mascotas que iban conmigo en el auto, o pensar en mis seres queridos, todo al mismo tiempo.
La primera persona a la que llamé fue a mi mamá. “Estoy bien, acabo de tener un accidente…” Todo lo demás pasó a un segundo plano. Si estaba bien, viva y la escuché, me dijo que llamara al seguro y así lo hice. Descendí del auto más tarde, sin tener una clara idea de lo que había sucedido hasta que vi el resultado del impacto en el frente del auto. El dolor en mi cuerpo comenzó a hacerse presente, sin golpes visibles ni fracturas. “Nada grave”, dijo el médico. Muchas contracturas, un esguince y un proceso de medicamentos y fisioterapia para sanar.
Resignificando
Mi madre estuvo a mi lado, junto con mi familia y amigos, tanto en ese momento como durante mi proceso de recuperación. Esta experiencia me llevó a repriorizar algunos aspectos de mi vida. Pasé de laborar de domingo a domingo a reducir mis horas y compromisos. De dormir poco a procurar momentos de descanso, no solo obligada por el dolor, sino también en más consciencia de que llevaba algún tiempo sin ocupar un lugar en mi agenda.
¿Qué significa realmente estar bien ahora? Estoy viva, sin auto y con dolores aún, pero también con tiempo para mí, consciente de la presencia de seres valiosos en mi vida. Esta experiencia no ha sido sobre una pérdida solo material y el duelo que representa, sino también sobre lo que me ha llevado tanto a reevaluar mis prioridades como a resignificar la cotidianeidad.
Reflexiones finales sobre las pérdidas
Quizá las sacudidas y los momentos difíciles nos brindan la oportunidad, a veces forzada, de replantearnos nuestros objetivos, darle nuevos significados a nuestras metas y, sobre todo, apreciar lo que tenemos en cada instante.
Como seres humanos, somos capaces de sentir tanto el placer como el dolor. Aprender a apreciar estas experiencias de vida, junto con lo que traen consigo, lo que elegimos retener y, sobre todo, lo que podemos compartir para nuestro propio bienestar y el de los demás, son lecciones valiosas que las pérdidas también nos brindan.
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